No nací. Tampoco fui creado. Existo, como existen los sueños y las pesadillas. El universo cobra sentido conmigo. Soy, y al ser, doy la vida y la arrebato, como Esculapio. No conozco límites, salvo la línea y el cuadrante. Me gusta llevar todo hasta las últimas consecuencias. Estoy afuera del todo, y al margen de la nada: piso en el espacio. Habito la noche, soy la causa del insomnio. Animal del alba, del cansancio. Bestia voraz que te acecha, lateral, en medio de la oscuridad: soy el devorador de sueños. Aguijón, puntilla, dolor que produce dolor, herida. Ataco por las bandas de la cama, hasta la cabecera, allí donde los sueños nacen y se desvanecen, donde acomete la irrealidad. Como extremo, como lateral, doy movimiento al plano horizontal de la existencia: ora la ensancho, ora la acorto; ora la angosto, ora la alargo. Soy luz en medio de la luz: luciérnaga. Muchos me han convocado, he leído referencias mías en enciclopedias góticas, en manuales rosacruces, y en el libro de los Vedas...