Elisa y Beatriz |
31 Ene. 10
REFORMA
Son dos mujeres mexicanas que pertenecen a generaciones distintas. Cuando Elisa nació, Beatriz ya tenía una década de militancia en el PRI. Elisa todavía no ingresaba a primero de primaria cuando Beatriz ya era gobernadora de Tlaxcala. Ambas son ciudadanas pero no gozan de los mismos derechos políticos. Beatriz tiene más cargos de elección popular en su currículum, que dedos en la mano derecha. En el año 2009, Elisa quiso ser candidata a diputada federal por el distrito 23 de Coyoacán. Sin embargo, la ley y el Tribunal Electoral cancelaron sus aspiraciones, con el argumento de que la joven abogada era una candidata independiente sin afiliación a un partido político.
El lunes pasado, la experimentada legisladora tlaxcalteca dio un discurso en el Senado, donde se refirió a las candidaturas independientes. Me disculpo por la prosa obtusa y cito textual a Beatriz Paredes: "El debate sobre las candidaturas independientes se tiene que dar no desde el ideal democrático de una sociedad civil ampliamente participativa y con alta densidad ciudadana, sino desde el hecho inusitado del hiperactivismo de los grupos de ultraderecha, que quizá crean que la confusión que impera en algunos temas los llevará a tomar el poder político. Desde el PRI les decimos: no pasarán".
Estoy seguro de que Elisa de Anda no pertenece a la ultraderecha nacional, de ser así el PRI o el PAN ya le habrían dado cobijo entre sus filas. En el año 2009, 17 estados de la República votaron a favor de prohibir el derecho de las mujeres a decidir sobre lo que ocurre en su propio cuerpo. Con el voto solidario del PRI y el PAN, la Iglesia Católica convirtió su doctrina en ley. Cuando la ultraderecha quiso pasar su agenda legislativa, Beatriz Paredes fue la encargada abrirle la puerta.
El 1o. de diciembre del año 2000, durante la toma de posesión de Vicente Fox, los diputados del PRI interrumpieron el discurso del nuevo presidente con el grito de ¡Juárez, Juárez! Beatriz Paredes encabezó el coro de aquella estridencia. Pobre Benemérito, tan mentado en su nombre y tan ignorado en su mensaje. ¿Dónde estaba el espíritu del estadista oaxaqueño cuando el PRI legislaba bajo el mandato de los obispos? Nadie se debería sorprender cuando el PAN defiende las posturas del clero. Sus bases y principios están muy cerca de las creencias y valores del catolicismo mexicano. En contraste, sí me sorprende que el partido fundado por Plutarco Elías Calles, y hoy encabezado por Paredes, demuestre un profundo desdén por la separación entre la Iglesia y el Estado.
Elisa de Anda no pertenece al Yunque, pero sí forma parte de un esfuerzo colectivo que resulta aterrador y antitético para la biografía de Beatriz Paredes: un grupo de mexicanos libres que busca modernizar la política de su país. A esos ciudadanos, Beatriz Paredes les gritó el lunes pasado: "¡No pasarán!".
Entiendo y compadezco a Beatriz Paredes. Ella ganó muchas elecciones en una época donde sólo contaba el voto del presidente de la República. Sin embargo, en comicios competidos suele ser derrotada: en 2002 perdió la presidencia del PRI y en 2006 quedó en tercer lugar en el Distrito Federal. Hoy tiene una curul sin haber hecho campaña, es diputada plurinominal. La mujer más brillante del antiguo régimen ya no quiere que le muevan el tapete, ni le cambien las reglas del juego. El futuro político de Beatriz está en el siglo pasado. El porvenir de Elisa se asoma en el horizonte.
En 1979, Beatriz Paredes tuvo el singular privilegió de responder el Tercer Informe de Gobierno del Presidente José López Portillo. La lisonja de cuatro cuartillas cerró con esta última alabanza: "Sin lugar a dudas, el juicio de la historia lo calificará, señor Presidente, como un hombre de su tiempo". Al igual que Jolopo, la señora tlaxcalteca es una mujer de su tiempo. Un tiempo que ya pasó. Por desgracia para México, Elisa todavía no llega al Congreso y cuando desperté, Beatriz Paredes todavía estaba ahí.
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