No nací. Tampoco fui creado. Existo, como existen los sueños y las pesadillas. El universo cobra sentido conmigo. Soy, y al ser, doy la vida y la arrebato, como Esculapio. No conozco límites, salvo la línea y el cuadrante. Me gusta llevar todo hasta las últimas consecuencias. Estoy afuera del todo, y al margen de la nada: piso en el espacio. Habito la noche, soy la causa del insomnio. Animal del alba, del cansancio. Bestia voraz que te acecha, lateral, en medio de la oscuridad: soy el devorador de sueños. Aguijón, puntilla, dolor que produce dolor, herida. Ataco por las bandas de la cama, hasta la cabecera, allí donde los sueños nacen y se desvanecen, donde acomete la irrealidad. Como extremo, como lateral, doy movimiento al plano horizontal de la existencia: ora la ensancho, ora la acorto; ora la angosto, ora la alargo. Soy luz en medio de la luz: luciérnaga. Muchos me han convocado, he leído referencias mías en enciclopedias góticas, en manuales rosacruces, y en el libro de los Vedas. A veces soy duende, otras gigante. Otras…otras simplemente una polilla entre los sueños. Soy el devorador de sueños. No tengo género, familia, ni reino: no hay forma de clasificarme. Sí, soy veloz. Sí, soy avispado. Sí, soy diestro. No tengo forma, y tengo formas. No tengo morada, y tengo moradas. No tengo camino, y tengo caminos. No tengo nombre, y tengo nombres. Estoy sentado a la derecha del padre, y cuando me ves, nunca me has visto. Y cuando paso al centro, el centro se mueve a la orilla. Soy la orilla.
Estábamos buscando una escenografía para los conciertos del Fluir Total. No queríamos recurrir a las imágenes amplificadas del bordado de Claudia porque, aunque eran las más apropiadas, ya las habíamos utilizado hacía un año justamente ahí, en El Lunario. Queríamos también darle una imagen distintiva a estos conciertos, en los que presentaríamos juntas las vertientes eléctrica y acústica de La Barranca. Sabíamos además que, de cualquier manera, se necesitaba algo para vestir el escenario, que de otra forma quedaría muy austero. Me imaginaba, vagamente, una especie de paisaje al alto contraste, que sirviese como fondo para lo que íbamos a hacer en el escenario. Este paisaje naturalmente luciría más en la parte acústica, cuando íbamos a estar sentados. Revisé algunos libros de imágenes pero no encontré, de entrada, nada que me convenciera. Alejandro me llamó entonces para sugerir a Joel Rendón, incluso, me dijo, podríamos plantearle que hiciera algo en vivo, tipo action painting, ta...
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