Ha pasado el sorteo de la copa del mundo. Gracias a la FIFA, a pesar de la molestia de la selección Holandesa, fue nombrado cabeza de grupo y en automático se convierte en favorito para avanzar a la siguiente ronda. Sus rivales, Irán, Angola y Portugal.
De Irán, sabemos que es un pueblo del oriente, ex feudo del general Kadafi. No debe presentar un serio obstáculo para la selección de Lavolpe. Lo mismo Angola, lugar del que tengo como referencia el paso de Ernesto Guevara, y situado en Africa. Portugal es otra cosa. Es un equipo que hace unos años (Bahía, Figo, Ruy Costa) jugaba el fútbol más atractivo, visualmente hablando, a nivel selección europea, aunque siempre contó con un defecto sustancial: tenía dos hermanas, la belleza y la puntería, fatalmente irreconciliables. El más latino de los europeos, el equipo luso se presenta como el único problema real para el Tricolor en la prima ronda. No es un menosprecio de los otros rivales; es la realidad. Irán, un equipo sin casa propia (jugaron muchos partidos fuera de casa), y Angola, equipo sin tradición, no pueden intimidar al tricolor.
Hablemos de México, quien YA ES DE LOS GRANDES del mundo. Ha dejado de ser el adolescente quien por falta de experiencia, queda excusado de todo. El roce internacional (Quien, casi todo mundo ha olvidado, ingresa a las competiciones sudamericanas gracias a las gestiones de Menotti y el maldito Emilio Maurer) desde el 93, ha forjado a jugadores hoy curtidos para las grandes batallas. Dejando de lado a Rafael Márquez (titular indiscutible en el Barcelona, sin duda uno de los tres mejores equipos del mundo) que merece capítulo aparte, los jugadores mexicanos ya pueden comienzar a mostrar las cicatrices de la batalla futbolística. Los pasados mundiales, las copas América, la Libertadores, y más recientemente la Confederaciones, les dan una sólida formación de la que se carecía en pasados eventos (El más sonado, 1978. "Ganamos Túnez, empatamos Polonia, Perdemos Alemania y estamos del otro lado") La experiencia de visitar estadios infartántemente hostiles como "La Bombonera", van formando en el jugador esa comunión con la presión, vital a la hora de enfrentar grandes equipos. Se dice que para la ronda de octavos, nos tocará un grande: Argentina u Holanda. ¿Por qué no comenzar a cambiar la mentalidad? La madurez mostrada por la selección Sub 17, puede ayudar a este proceso. El jugador mexicano, debe considerarse aspirante a los cuartos de final. Los poderosos argentinos, ya han sido eliminados por conjuntos mexicanos (Pumas recién derrotó al campeón Vélez; Chivas le dió histórico repasón al histórico Boca Juniors). México, en 1998 empató a 2 con la Naranja Mecánica, luego de ir perdiendo por dos tantos. Nadie esperaba a Grecia campeón de la Eurocopa. ¿Por qué no pensar más alto? "El ejecutor de una empresa atroz debe imaginar que ya la ha cumplido, debe imponerse un porvenir que sea -tan- irrevocable como el pasado", escribió Borges. Desde mi perspectiva, México tiene la OBLIGACIÓN de llegar por lo menos, a la segunda ronda eliminatoria. No es quimérico.
Hablando de ventajas puramente subjetivas, al margen de lo estrictamente futbolístico, el rival de México vendrá motivado, aunque también fatigado mental y fisicamente luego de sobrevivir al durísimo grupo de la muerte. A esas alturas de la competencia, y pensando siempre a futuro, México será favorecido por el público, convertido por empatia psicología en favorito sentimental de los teutones (México es más débil en el papel, que los pamperos o neerlandeses).
Con toda seguridad México, por azar, por leyes de probabilidad o por cualquier otra circunstancia, en 2010, 2050 o en el 3300 será campeón del mundo. La posibilidad de cambiar la historia de nuestro futbol, esta al alcance del pie. Al igual que en 78 hicieron los argentinos, los holandeses en 74, México debe contar con blasones que den vuelta de tuerca a la historia. El respeto se gana, y hoy México, tiene esa posibilidad.
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