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El título mundial entre Ian Niepomniatchi (RUSIA) y Ding Liren (CHINA) contado por Leontxo García

30.04.2023 (Desempates)

Ding, el primer jugador chino campeón del mundo de ajedrez, tras jugar como un kamikaze en el momento de mayor tensión.

Con menos de dos minutos y el empate en la mano, el sucesor de Carlsen se lanzó a por Niepómniashi con enorme riesgo y triunfó en la cuarta partida del desempate rápido

 

Solo alguien cuya confianza en sí mismo es ilimitada puede hacer algo así. Liren Ding, de 30 años, es el primer chino que sube al trono del ajedrez, ocupado desde 2013 por el noruego Magnus Carlsen. Y lo hace con grandeza, lanzándose al vacío con menos de dos minutos en el reloj en una posición diabólica. Ese arrojo paralizó al ruso Ian Niepómniashi, quien daba por seguro que la cuarta partida del desempate rápido terminaría en tablas, como las tres anteriores, en Astaná (Kazajistán). Ding cobrará 1,1 millones de euros, y Niepómniashi, 0,9.

 

Las frases más significativas que Ding pronunció ante los periodistas unos minutos después, tras abrazarse con Xie Jun, campeona del mundo en 1991 a pesar de que el ajedrez estuvo prohibido en su país hasta la muerte de Mao, en 1976, denotan que es una persona muy especial: “Este es el fruto de los 26 años de mi vida que he dedicado al ajedrez. Cuando no había torneos, me resultaba difícil encontrar otro modo de invertir el tiempo que entrenándome. (…) Y si tengo que elegir una sola clave de mi triunfo, creo que es la escuela china de ajedrez. (…) Pero mi objetivo no era ser campeón del mundo, sino jugar lo mejor posible”. 

 

Hay un estudio científico que demuestra la gran importancia de meter el primer penalti en una serie de cinco. Algo parecido puede afirmarse sobre ganar con las piezas blancas el primer asalto de los cuatro rápidos (25 minutos para cada uno con diez segundos de incremento automático tras cada jugada) con que se inició este desempate. Empezó muy bien para Ding, quien, además de sorprender a su rival con una apertura muy rara, logró una gran ventaja posicional con las piezas blancas. Pero omitió un recurso táctico que Niepómniashi vio al instante. Y poco después otro, que permitió al ruso sacrificar espectacularmente su dama. Sin embargo, Ding volvió a demostrar que es capaz de mantener la serenidad en momentos de gran presión y encontró el camino para igualar, e incluso presionar a su rival para que forzase el empate. Era la oportunidad de Niepómniashi, quien recurrió otra vez, en el segundo asalto, a la Apertura Española, que Ding tampoco rehuyó, sin miedo a preparaciones caseras. Pequeña ventaja blanca, que se fue agrandando por imprecisiones sucesivas del chino. Pero Niepómniashi repitió otra vez el mismo error que ha marcado mucho este duelo: jugar muy rápido en posiciones críticas que exigen calma. A partir de ahí Ding no le dio más oportunidades y empató con facilidad.

 

El economista español Ignacio Palacios-Huerta es el autor del citado estudio sobre la importancia de lanzar el primer penalti, y también ha llegado a la misma conclusión sobre jugar con blancas el primer asalto de los duelos de ajedrez. Lo que propone para compensar esa ventaja es cambiar la secuencia ABAB por ABBA; es decir, quien juega con blancas el segundo lo hace también en el tercero. Pero la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), no le ha hecho caso de momento. Así que Ding tuvo la iniciativa en el tercero, e intentó sorprender con la Apertura Catalana, que debe su nombre a que se empleó por primera vez en el torneo Expo Universal de Barcelona en 1929. Sin embargo, Niepómniashi estaba muy bien preparado. De hecho, quizá mejor que el chino, quien pareció sorprendido en el duodécimo lance a pesar de que ya se había empleado en quince partidas, y cuatro de ellas entre jugadores de alto nivel. A pesar de que el ruso perdió un peón, no tuvo problema alguno para firmar el tercer empate de la tarde. Ese desenlace ponía el combate en favor de Niepómniashi, quien iba a conducir las piezas blancas en el último asalto de la primera tanda. Además, había otro factor sobrevolando el escenario: si se firmaban tablas por cuarta vez, se pasaría a la modalidad relámpago (dos partidas con cinco minutos por bando más tres segundos de incremento); y Ding reconoció el sábado que, por la pandemia, había jugado muy pocos torneos de esa modalidad en los últimos años (de hecho, ni siquiera aparece entre los cien mejores del mundo). Por tanto, podía entenderse que un empate en la cuarta rápida favorecería a Niepómniashi, aunque jugase con blancas. Tiene lógica por tanto lo que decidió el eslavo: plantear otra vez la Apertura Española, que le había dado posiciones cómodas. Más difícil de entender en ese momento fue que Ding se empeñara en no evitarla, por la razón contraria. Pero, a pesar de que Niepómniashi se desvió en su duodécimo lance de lo que había hecho en la segunda partida, Ding respondió rápido con una idea muy profunda, sin duda preparada de antemano. Y eso le permitió igualar enseguida, y quedar incluso un poco mejor. Y jugando rápido, lo que indicaba que se sentía muy a gusto y en terreno bien trillado. Además, estaba claro que no se conformaba con el cuarto empate. De pronto, Niepómniashi se equivocó, tal vez porque le falló la memoria, y dio a Ding la oportunidad de lograr mucha ventaja. Pero es muy probable que el asiático también estuviera siguiendo de memoria alguna variante similar analizada en su laboratorio. De tal modo que omitió ese golpe tan favorable y siguió desarrollando su plan con rapidez. La posición estaba objetivamente igualada y el ruso disponía de unos minutos más, pero el chino desprendía la sensación de sentirse muy bien. Era el momento en que Niepómniashi tenía que demostrar que también puede actuar con virtuosismo cuando le presionan, aunque sus frecuentes viajes al camerino en una partida rápida donde se jugaba el título mundial no eran un buen presagio. Sin embargo, Ding renunció a la paciencia y jugó a ganar de forma muy agresiva, y con riesgo. El ruso mantuvo la calma y se defendió bien. Pero cuando disponía de una continuación muy ventajosa volvió a errar de igual manera por enésima vez: jugando demasiado rápido, a pesar de que le sacaba cinco minutos de ventaja al chino. Este ya no estaba peor en el tablero, pero sí en el reloj (cuatro minutos, por diez de su oponente). Niepómniashi intentó aprovechar esa ventaja, presionando cuanto pudo, pero Ding era una plancha de acero que devolvía todos los golpes. De modo que el ruso, tras comerse cuatro de los seis minutos de ventaja, optó por la prudencia y se puso a repetir jugadas en busca del empate, sintiéndose favorito para la modalidad relámpago. Y entonces ocurrió algo de difícil parangón desde que el ajedrez moderno (con la dama como pieza más potente) se creó en España a finales del siglo XV: alguien que se está jugando el título mundial se lanza de cabeza a una piscina muy profunda porque supone que hay agua. La cara de Niepómniashi cuando vio esa jugada era digna de un retrato. Objetivamente, la posición estaba igualada, pero el ruso quedó tan descompuesto que no acertó con las mejores respuestas. Mientras tanto, el chino jugaba casi como una computadora, con pocas imprecisiones. Y, por fin, después de más de tres semanas de un duelo tremendo, uno de los más apasionantes e igualados de los últimos 50 años, Niepómniashi paró el reloj y estrechó la mano de su rival en señal de rendición. La emoción causada por Ding por su arrojo fue tan grande que los gritos de júbilo no salían solamente de las gargantas chinas, sino de muchas más. Era una admiración multirracial ante un gesto de osadía que nada tiene que envidiar a los que hicieron famosos a Gari Kaspárov o a Magnus Carlsen. Ding es campeón a lo grande.

 



 

24.04.2023 (Undécima partida)

El ‘caso Niemann’ sobrevuela un Mundial de ajedrez libre de trampas

El estadounidense, acusado sin pruebas por Carlsen, juega un torneo a 400 metros de Niepómniashi y Ding, rodeados de estrictas medidas preventivas

 

 

Hans Niemann, acusado de trampas por el campeón del mundo, Magnus Carlsen logró en septiembre que se hablase tanto de ajedrez como cuando la serie Gambito de Dama (Netflix)se convirtió en un tremendo éxito. Ni siquiera hay indicios sólidos de que el estadounidense, de 19 años haya hecho trampas en partidas presenciales (sí por internet, como menor de edad). Pero la Federación Internacional (FIDE) ha tomado medidas preventivas muy estrictas en el Mundial de Astaná (Kazajistán) donde Ian Niepómniashi y Liren Ding firmaron este lunes unas tablas soporíferas en la undécima partida. El ruso domina por 6-5 a falta de tres (la próxima, el miércoles), mientras Niemann disputa un torneo a 400 metros. Las trampas en ajedrez eran rarísimas hasta que surgieron los programas informáticos que calculan millones de movimientos por segundo y pueden funcionar en un teléfono móvil. Más de un ajedrecista (pero no de élite) ha sido cazado por los árbitros (incluso con fotos) mientras consultaba su celular encerrado en el baño cuando le tocaba jugar a su rival. El otro método para engañar es que un compinche esté siguiendo la partida en directo por internet con la ayuda de esos monstruos de silicio y sople los mejores movimientos al jugador por un auricular.

 

El histriónico magnate Elon Musk especuló con que Niemann podría recibir ayuda ilegal por vibraciones de un dispositivo anal, lo que multiplicó todavía más el ruido que la acusación de Carlsen produjo por doquier. Niepómniashi y Ding deben estar (bajo pena de multa) en el escenario del Mundial diez minutos antes de cada partida para ser escaneados por una máquina tan potente que incluso detectaría un microauricular escondido en el oído, lo que hace innecesario aplicar imanes en esa parte del cuerpo, como hicieron recientemente en el torneo de Dusseldorf (Alemania). Además, sus camerinos (el único sitio adonde pueden ir si no están en el estrado) tienen instaladas sendas cámaras de control remoto vigiladas por los tres árbitros. Los espectadores están separados del recinto de juego por un cristal opaco, de tal modo que ellos tienen una excelente visión de ambos contendientes, pero estos no pueden verlos; así, la transmisión de información por gestos resulta imposible. Después de los primeros seis minutos de cada partida, en el escenario solo pueden entrar, además de los árbitros, un par de fotógrafos oficiales (apenas unos minutos y disparando desde lejos).Hay medidas adicionales que la FIDE no quiere detallar para que sean más eficaces.

 

En otras competiciones se instalan con frecuencia inhibidores de ondas que imposibilitan cualquier tipo de transmisión electrónica en decenas de metros a la redonda. Y también se suele retrasar quince minutos la retransmisión por internet para que el supuesto tramposo tenga que consumir mucho tiempo si quiere recibir ayuda ilegal; pero la FIDE se siente muy segura con las medidas adoptadas, y en este Mundial no hay ese retraso. Ni siquiera en los torneos por internet, muy abundantes desde que estalló la pandemia, ha habido acusaciones sólidas contra estrellas del ajedrez. Y las sospechas fundadas en competiciones presenciales son aún menores. Preguntado por EL PAÍS al respecto tras el empate de la undécima partida (después de solo 100 minutos de lucha muy aburrida), Ding fue categórico: “En ningún torneo presencial de élite que yo haya jugado en toda mi carrera he sospechado de nadie”. Pero no pocos ajedrecistas tienden a ser muy desconfiados por deformación profesional (su mente se ha acostumbrado al estado de alerta permanente por cualquier amenaza oculta del rival). Y esa tendencia se aprecia en la respuesta que dio Niepómniashi: “En las pruebas oficiales del máximo nivel, como mi duelo con Carlsen en Dubái [2021] o el Torneo de Candidatos de Madrid [junio de 2022] o en este Mundial no creo que sea posible hacer trampas, por las serias medidas adoptadas y porque tengo plena confianza en mi adversario, a quien conozco muy bien”. Pero a continuación matizó: “En cuanto a otros jugadores de élite, nunca puedes estar seguro, sobre todo en los torneos por internet”. ¿Y en los presenciales? “Me cuesta mucho creer que hagan trampas, aunque siempre hay alguien que especula sobre lo contrario. Nunca puedes garantizar la seguridad total, pero confío en que el riesgo de ser demonizado públicamente si te pillan sea muy disuasorio”.

 

La presidencia de la FIDE ha delegado el caso Niemann en su comisión de Ética, cuyo fallo es tan inminente que podría publicarse mientras Niemann compite en Astaná (de momento, ha ganado sus dos primeras partidas) tras hacerlo en el abierto de Menorca con un resultado normal y sin sospecha fundada alguna contra él. Por otro lado, el estadounidense ha presentado una demanda judicial en su país contra Carlsen y otros implicados en el caso Chess.com por cientos de millones de dólares (no es fácil saber exactamente cuántos por lo mal redactada que está la demanda); se desconoce cuándo habrá sentencia.

 

Desde que ganó a Carlsen, el pasado 4 de septiembre en la Copa Sinquefield de San Luis (EEUU), Niemann ha logrado mantenerse en la lista mundial durante varios torneos por encima de los 2.700 puntos, la barrera que se toma como referencia para separar a la élite del resto. Ello demuestra que su talento y su fuerza como jugador son enormes. Pero también lo son su inestabilidad emocional y su rudeza de modales, como pudo comprobar el autor de esta crónica el pasado noviembre, observándolo a pocos metros durante varios días en el Mundial por Naciones en Jerusalén. Niemann no concede entrevistas por indicación de sus abogados y elude cualquier comunicación informal con un periodista. La consecuencia más clara del escándalo sobre él provocado por Carlsen es que, para los organizadores de todo tipo de torneos, y especialmente de los abiertos con centenares de participantes de muy diversas categorías, la prevención de trampas es ahora una prioridad total.

 

 

23.04.2023 (Décima partida)

 

 

21.04.2023 (Novena partida) 

Ding sufre en una partida de seis horas pero salva un momento delicado en la novena del Mundial

Niepómniashi no logra doblegar al chino con las piezas blancas y domina por 5-4 a falta de cinco asaltos",

 

El alivio y la frustración se mezclan en el empate de la novena partida del Mundial de Astaná (Kazajistán). Ian Niepómniashi no consiguió dar otro golpe, quizá definitivo, aunque lo intentó durante seis horas. Liren Ding se enredó y sufrió innecesariamente con las piezas negras tras igualar con facilidad en los primeros lances, pero ganó tiempo (la décima se jugará el domingo) para recuperar la confianza. El ruso domina por 5-4 a falta de cinco. 

 

Si Ruy López de Segura, campeón del mundo oficioso en el siglo XVI y próximo a la corte de Felipe II, levantase la cabeza podría morir de nuevo muy satisfecho. La Apertura Española, a la que él tanto contribuyó (1 e4 e5 2 Cf3 Cc6 3 Ab5), aunque ya se conocía desde finales del XV, sigue siendo una de las más utilizadas cinco siglos después. Niepómniashi la eligió por tercera vez en este duelo, probablemente con la idea de salir de la primera fase de la lucha con una pequeña ventaja que le permitiera presionar durante horas a un rival aún tocado por su derrota del martes en el séptimo asalto. Sólo así puede explicarse que el chino omitiera el jueves, en el octavo, tres golpes ganadores (dos de ellos fáciles para él) y tuviera que aceptar un empate muy decepcionante. Pero hete aquí que, una vez más, Ding sorprendió al ruso utilizando la Defensa Berlinesa, histórica desde que, en 2000, fue el arma decisiva para que otro ruso, Vladímir Krámnik, destronase a Gari Kaspárov en el duelo de Londres. Su idea principal es cambiar las damas rápidamente para que jugadores de estilo agresivo -como Kaspárov o Niepómniashi- se sientan incómodos porque es mucho más difícil atacar sin ellas. De modo que Niepómniashi evitó el cambio de damas, pero al precio de una posición muy cómoda para el asiático, quien ya había igualado tras solo seis movimientos. Sin embargo, los fantasmas de la desconfianza en sí mismo, instalados en la mente de Ding desde que se inició el duelo (rompió no hace mucho con su novia tras una crisis de tres años), volvieron a lastrar su enorme talento y enciclopédica sabiduría. 

 

El chino comenzó a enredarse en la jugada 17, e insistió en la 21 y la 24; no eran yerros graves, pero sí suficientes para que su rival lograse el tipo de posiciones que le gustan, muy complejas y apropiadas para atacar. Por fortuna para Ding, Niepómniashi no se atrevió a meterse en variantes de cierto riesgo para él, pero claramente ventajosas, y prefirió otra donde quedaba un poco mejor y con perspectivas de presionar sin riesgo hasta aburrir a su adversario. Pero Niepómniashi no es Magnus Carlsen, el todavía campeón vigente, gran especialista en torturar a sus adversarios hasta exprimir la última gota en ese tipo de situaciones. Y, si bien es cierto que el ruso planteó varias trampas peligrosas, y que hubo un momento donde el chino parecía muy preocupado, el empate se firmó tras 82 movimientos y seis horas.

 

El factor clave ahora es si, durante el descanso del sábado, Ding es capaz de centrar sus pensamientos en realidades positivas: plantea las partidas mejor que Niepómniashi y ha remontado dos veces un marcador adverso en este duelo. Si vuelve a su mejor versión, la de finales de 2019, no es descabellado afirmar que es tan fuerte como el ruso, si no más. Pero cuando EL PAÍS le preguntó, tras las seis horas de sufrimiento, cómo evalúa su nivel de confianza de uno a diez, respondió: “Cinco”.

 

20.04.2023 (Octava partida)

Ding firma un empate deprimente tras omitir tres golpes ganadores en la 8ª partida del Mundial.

 

El chino, tercero del mundo, falla en el remate de un ataque ganador contra Niepómniashi, quien domina (4,5-3,5) a falta de seis asaltos

 

Es dramático y pudo ser trágico. Liren Ding volvió a brillar en lo más difícil y superó con claridad a Ian Niepómniachi con un tremendo ataque en la octava partida del Mundial de Astaná (Kazajistán) tras perder el martes la séptima. Pero luego omitió dos golpes ganadores relativamente fáciles para él (así como otro muy difícil) y tuvo que arrancar un empate muy decepcionante. El ruso manda por 4,5-3,5 y tendrá este viernes la ventaja de las piezas blancas en la novena de las 14 programadas. “Es muy duro ver que he fallado en, al menos, dos posiciones ganadoras. Pero me tengo que agarrar a que aún tengo seis partidas para remontar”, acertó a decir el chino, con la voz quebrada, en la conferencia de prensa. Niepómniashi esquivó la palabra “suerte”, pero vino a reconocer, con rodeos verbales, que había tenido mucha. El ruso también se fue por las ramas cuando EL PAÍS le preguntó por su muy arriesgada elección en la apertura (primeros movimientos) cuando disponía de alternativas mucho más sólidas. Ding introdujo una nueva idea en su noveno lance, y Niepómniashi aceptó meterse en la variante más compleja y peligrosa, permitiendo un terrorífico ataque directo contra su rey. “Es verdad que esa posición es muy aguda, pero creo que si la conoces bien, como es mi caso, tampoco es tan peligrosa.

 

Pero lo ocurrido indica que la realidad es otra: Niepómniashi sabía que su rival estaba muy tocado psicológicamente tras su tercera derrota, el martes, después de lograr una posición ventajosa. Y decidió jugarse el todo por el todo en un combate sin escudos porque si salía triunfante el duelo quedaría prácticamente visto para sentencia. La apuesta le salió mal, muy mal. Pero, mientras los periodistas en la sala de prensa ya preparaban titulares que destacaban la asombrosa capacidad del chino para recuperarse del tercer golpe, ocurrió lo impensable. Ding no hizo dos movimientos (26 Td3 y 37 Ac6) que están al alcance de cualquier jugador profesional. Incluso tuvo otra oportunidad entre ambas (32 Dxd8), pero es verdad que esa requería una precisión en el cálculo más propia de ajedrecistas de silicio que de carne y hueso. 

 

Algunas estrellas de élite consultadas por este periódico el miércoles, como el ruso Vladímir Krámnik, excampeón del mundo, y el estadounidense Levón Aronián, casi siempre entre los diez mejores, disienten de lo que Ding dijo antes del duelo: que él entiende el ajedrez con mayor profundidad que Niepómniashi. Pero lo cierto es que esta octava partida vuelve a que el asiático tiene razón: él es mejor estratega, y el eslavo es un táctico peligrosísimo. Hay equipos de fútbol que plantean los partidos estupendamente y manejan el balón con virtuosismo, pero no son letales en el disparo o el remate. Y pierden o empatan jugando mejor que el adversario. Eso ocurre con Ding, mientras Niepómniashi mantiene sus colmillos bien afilados.

 

 

18.04.2023. (Séptima partida)

Ding pierde el control de sí mismo y la 7ª partida del Mundial cuando dominaba a Niepómniashi

 

El ruso aventaja al chino por 4-3, a falta de siete, en el duelo más reñido desde 1958

  

Liren Ding sería el claro favorito para convertirse en campeón del mundo si el ajedrez fuera solo ciencia y arte. Pero es sobre todo un deporte de tensión extrema, que el chino gestionó muy mal en la séptima partida, lo que le llevó a sufrir horrendos apuros de tiempo. El ruso Ian Niepómniashi, mucho más pragmático, domina por 4-3 tras su victoria, a falta de siete asaltos. El octavo está programado para el jueves en el Mundial de Astaná (Kazajistán), el más trepidante desde el que disputaron los soviéticos Mijaíl Botvínik y Vasili Smyslov en 1958. Niepómniashi describió así el momento clave: “Tras el movimiento 27 mi posición era peor y además muy incómoda. Pero he intentado hacer jugadas que mantuvieran la tensión. Por fortuna, Ding no ha acertado con las mejores suyas y además se ha metido en unos apuros de tiempo muy severos, que le han llevado a una situación desesperada”.Por su parte, Ding, con la cara de un ciclista que se cae cuando afronta solo en cabeza la recta final, solo acertó a hablar de las jugadas concretas donde se equivocó. Pero sin explicar lo realmente decisivo: sus neuronas se enredaron y crearon un cortocircuito que le bloqueó después de jugar espléndidamente durante casi cuatro horas.

 

El combate fue durísimo. Ding, con las piezas negras, evitó la Apertura Española (en honor de Ruy López, campeón del mundo oficioso en el siglo XVI), que se vio en los asaltos primero y quinto, para optar por la Francesa (creada en 1834 en una partida postal entre los clubes de Londres y París), que suele dar lugar a luchas tensas y largas. Niepómniashi eligió una variante sólida pero propicia para montar lentamente un ataque contra el rey. El ruso es muy peligroso en ese tipo de esquemas porque su virtuosismo táctico le permite ser letal en el castigo de imprecisiones defensivas. Pero Ding dio un recital, tocando cada vez la tecla exacta para defender a su monarca mientras, al mismo tiempo, se hacía fuerte en el centro. El ataque de Niepómniashi se derritió como la nieve ante un sol radiante. El chino tenía una ventaja clara. También es verdad que el reloj le apretaba -unos diez minutos para 13 jugadas-, pero no es menos cierto que su posición parecía relativamente cómoda porque disponía de varios movimientos de espera, sólidos, que le permitirían acercase al control sin sufrir. Pero ahí ocurrió el cortocircuito en su mente. Ding creyó, erróneamente, que la posición exigía ser agresivo, sin jugadas de espera, y eligió seguir atacando con un lance correcto pero que requería un cálculo preciso, y él no tenía tiempo para eso. El ruso, astuto y pragmático, respondió con la jugada que exigía mayor precisión, aunque no fuera la mejor. Y el asiático se bloqueó entonces por completo, como si fuera un jugador totalmente distinto, y mucho más débil, que el de las primeras tres horas y media de combate. Su parálisis fue tal que llegó a tener solo 45 segundos para ocho lances. Encontrar cuatro victorias seguidas en otro Campeonato del Mundo implica ir a 1986 (tercer duelo Kaspárov-Kárpov, en Leningrado, actual San Petersburgo), cuando Kaspárov perdió tres seguidas tras ganar la anterior. Y para hallar cinco victorias en los primeros siete asaltos, mucho más lejos, a 1958 (Botvínik-Smyslov, en Moscú), aunque deben añadirse dos aclaraciones. también registró cinco triunfos en siete partidas, pero uno de ellos fue por incomparecencia del estadounidense. Y lo mismo ocurrió en el Kárpov-Kamsky de 1996, que era el Mundial oficial, pero todo el mundo, excepto la Federación Internacional (FIDE) reconocía entonces como verdadero campeón a Kaspárov, vencedor del indio Anand en 1995 bajo la organización de la Asociación de Jugadores Profesionales (PCA). Ding tendrá cuatro veces la iniciativa de las piezas blancas en las siete partidas que faltan. Y hasta ahora ha confirmado que su comprensión del ajedrez es de extraordinaria profundidad, mayor aún que la de Niepómniashi; su estilo es más universal. Además, ha sido capaz de recuperarse de dos derrotas muy dolorosas. Pero esta, la tercera, es de las que duelen todavía más: hizo muy bien lo más difícil y falló cuando se supone que el 3º del mundo no debe hacerlo. Le faltó el pragmatismo equivalente al equipo de fútbol que va ganando y retrocede el balón a su portero o lo lleva al rincón del saque de esquina o efectúa infinidad de pases horizontales para ganar tiempo. El reloj es uno de los elementos que convierten el ajedrez en un deporte durísimo. Y Ding falló en esa lid con estrépito.

 

 

 

 

16.04.2023 (Sexta partida)

 

Ding, con su ajedrez poco ortodoxo, remonta de nuevo en el Mundial más vibrante desde 1981

 

El chino presiona otra vez con virtuosismo hasta la rendición de Niepómniashi en la sexta partida, e iguala el marcador (3-3) a falta de ocho juegos. 



El ajedrez es el deporte más violento”, decía el español Ricardo Calvo (1943-2002), una destacada figura del siglo XX. El Mundial de Astaná (Kazajistán) entre Ian Niepómniashi y Liren Ding le da la razón.

 

Un día después de que el ruso ganase la quinta partida tras perder la cuarta, el chino gana la sexta e iguala el marcador (3-3). Hay que remontarse a 1981 (Kárpov-Korchnói) para encontrar otro duelo por el título con cuatro victorias en seis asaltos. El séptimo está programado para el martes.

 

La afirmación de Calvo -jugador de alto nivel, historiador, escritor y médico- cobra pleno sentido cuando se sabe que, contrariamente al fútbol u otros muchos deportes, el ajedrecista no puede desahogar la tremenda tensión de una partida de cuatro o cinco horas mientras la juega. Está prohibido que Ding y Niepómniashi hablen con nadie, y gritar estaría muy mal visto incluso si lo hacen en sus camerinos, donde además hay cámaras de control remoto. Y sería ridículo culpar de una derrota al árbitro porque, en ajedrez, es casi imposible que sus decisiones alteren un resultado. Quien pierde sabe que la causa son sus errores y los aciertos del rival, no hay más.

 

"Hoy he jugado la peor partida de mi vida”, sentenció Niepómniashi, pocos minutos después de su rendición. Obviamente exageró mucho porque lo que ocurrió más bien fue que Ding lo sometió con una camisa de fuerza, aumentando la presión durante cuatro horas con gran pericia. Es verdad que él omitió las mejores defensas, pero también que eran muy difíciles de ver y calcular para un ser humano, aunque las computadoras que procesan millones de jugadas por segundo las capten en un periquete. Esa frase reflejaba el estado de ánimo del ruso en ese momento. EL PAÍS le preguntó entonces si había una explicación lógica para su tropiezo 24 horas después de una victoria de enorme importancia psicológica (ganó la quinta tras perder la cuarta) ya que recuperarse de las derrotas ha sido siempre el punto más débil de Niepómniashi. Tras una aspiración profunda, respondió: “La tensión es muy grande. Es probable que el subidón de autoestima de ayer se haya reflejado en un exceso de confianza hoy.

 

Por otro lado, la fortaleza psicológica de Ding parece hercúlea: deprimido tras los dos primeros asaltos, seguro de sí mismo en el tercero, triunfante en el cuarto, derrotado en el quinto y aplastante en el sexto. “He logrado que la derrota de ayer no me afectase”, afirmó. Pero la gran pregunta en el aire es cómo se consigue eso en un deporte donde la autoestima es de montaña rusa. Sobre todo, en este duelo concreto. Hay que remontarse a una rivalidad muy célebre, la del superhéroe nacional soviético Anatoli Kárpov contra el “traidor” (disidente escapado de la Unión Soviética) Víktor Korchnói en su segundo duelo por el trono (Merano, Italia; 1981), para encontrar cuatro victorias en las seis primeras partidas. Pero ni siquiera ese enfrentamiento fue tan vibrante, porque Kárpov ganaba por 4-2, y no hubo tres victorias consecutivas, como ahora.

 

Preguntados ambos al respecto, el eslavo, con enormes ganas de desaparecer de los focos, aplazó su respuesta “para otro día”. El asiático aportó una idea de gran interés: “En general, en estas seis partidas apenas hemos jugado aperturas [primeros movimientos] de computadora, con muchos movimientos de memoria. Hemos salido más bien pronto de los caminos muy analizados, y eso reduce la probabilidad de tablas”. Esa respuesta demuestra que el ajedrez entre humanos tiene futuro, aunque el mejor jugador del mundo sea una máquina desde hace unos veinte años. Al igual que a nadie se le ocurre incluir un bólido de Fórmula 1 en una carrera de 100 metros lisos, y el atletismo sigue contando con millones de aficionados, el ajedrez también. En las redes sociales se ven cada día más comentarios en el mismo sentido: en Astaná no juega el todavía campeón del mundo, el noruego Magnus Carlsen, cuyo estilo se parece bastante al de una computadora; pero las peleas de Niepómniashi y Ding son mucho más excitantes para un aficionado medio que las de Carlsen contra el ruso Serguéi Kariakin (Nueva York, 2016) y el estadounidense Fabiano Caruana (Londres, 2018), El ajedrez es, ante todo, un deporte de combate, aunque tenga algo de ciencia, arte y herramienta educativa. Y, por fin, hay un duelo por el título que lo corrobora. 


15.04.2023 (Quinta partida)

Niepómniashi cura su trauma al ganar el quinto asalto del Mundial de ajedrez tras perder el cuarto.

El ruso castiga las inexactitudes de Ding con gran contundencia y domina por 3-2 a falta de nueve partidas

 

 

Recuperarse de una derrota era su gran punto débil, pero ya no. Ian Niepómniashi logró este sábado un triunfo de enorme valor psicológico al ganar la quinta partida del Mundial 48 horas después de perder la cuarta. Liren Ding, impreciso en varios momentos clave, no pudo soportar la presión del ruso, quien domina por 3-2 el duelo que ambos disputan en Astaná (Kazajistán) con dos millones de euros en premios. El chino tendrá la iniciativa de las piezas blancas en la sexta este domingo.

 

El día transcurría propicio para una tormenta mental, porque afuera era horrible: un viento huracanado a siete grados bajo cero barría la superficie de un manto de nieve que abrigaba las orillas del río Ishim bajo un cielo brumoso y gris oscuro. Y para que el contexto fuera aún más agresivo, resultó que el saque de honor correspondía a un boxeador aficionado al ajedrez, el kazajo Sérik Sapíyev, campeón olímpico y bicampeón del mundo. Como era de esperar, dijo que le encanta el chess-boxing, un deporte de cierto éxito en algunos países, que combina partidas relámpago con asaltos en el ring. Pero bastaba mirar la cara y la actitud de Niepómniashi desde los lances iniciales para saber que el ajedrez y el boxeo estaban mezclados en su mente, como explicó en un tuit David Llada, jefe de Comunicación de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), tras hacer fotos al ruso desde muy cerca: “Paseaba en círculos alrededor de la mesa como un tiburón, fijando totalmente la mirada en Ding, y no en el tablero”.La anécdota no era baladí, porque mantenerse a flote tras una derrota ha sido el punto débil del segundo del mundo desde que era juvenil.

 

En el Mundial anterior (diciembre de 2021 en Dubái), Niepómniashi empató muy bien las primeras cinco partidas con el noruego Magnus Carlsen, pero se derrumbó tras perder la sexta. En el Torneo de Candidatos (Madrid, julio de 2022), no perdió ninguna de catorce, pero su miedo a la derrota rozaba la patológico, a juzgar por su cara y la de sus analistas. Si bien Niepómniashi había dicho a EL PAÍS siete días antes que aún no se ha decidido a trabajar con un psicólogo especializado en el deporte de élite, está claro que algo ha hecho para mejorar su enorme fragilidad en ese campo. El pánico a otra derrota lo habría incitado a buscar un empate rápido en esta partida para curar heridas y ganar tiempo. En lugar de ello, planteó la lucha para ganar, pero de manera inteligente y sin lanzarse a lo loco: una pequeña ventaja de espacio y mejor coordinación de sus piezas para atacar al rey.

 

Ding no cometió errores chirriantes, como en los dos primeros asaltos, pero sí una serie de imprecisiones, aprovechadas por su rival para presionar cada vez más fuerte, hasta que se derrumbó, tras cuatro horas y cuarto de combate. La mejor versión del ruso, a pesar del doloroso tropiezo del jueves, doblegó con claridad a un Ding muy deficiente si se compara con su exhibición de poderío de dos días antes. Para subrayar la notable importancia psicológica de su victoria y su ansia de revancha, Niepómniashi mezcló el humor con unas gotas de crueldad en la conferencia de prensa: “Ayer [por el viernes, día de descanso] eché de menos a Ding”, afirmó con media sonrisa. Mientras tanto, afuera ya no nevaba, el viento se había calmado y aparecían unos rayos de sol tan tímidos como Ding, quien, una vez más, fue muy sincero: “Esta derrota me duele más que la de la segunda partida”. Aquel día, el asiático reconoció que estaba “deprimido”, pero luego se recuperó como si le hubieran inyectado un litro de café intenso. Ahora afronta otra prueba de fuego.

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Judith Polgar: el ajedrez educa desde los dos años.

Aparecida el 4 de diciembre, 2021. En el periódico "El País". Por Leontxo García. Liga original: https://elpais.com/ajedrez/actualidad/2021-12-05/judit-polgar-el-ajedrez-educa-mucho-desde-los-dos-anos.html Judit Polgar (Budapest, 45 años) es la gran dama del tablero, la única mujer que ha estado entre los 10 mejores y una de las deportistas más brillantes de la historia. De inteligencia excepcional, con memoria fotográfica (un don rarísimo), fue educada por sus padres en casa junto a sus dos hermanas, también prodigiosas, Susan y Sofía; solo fueron a la escuela para los exámenes. Retirada de la competición en 2014, se dedica a difundir el ajedrez como herramienta educativa a partir de los dos años y a comentar torneos en directo. Tiene muy claro que el formato del Mundial debe cambiar. Un panel de 22 metros de largo que resume 1.500 años de historia del ajedrez es lo primero que ven los visitantes del Pabellón de España en Expo Dubái , bajo el lema “inteligencia pa

San Miguel Arcángel

Estábamos buscando una escenografía para los conciertos del Fluir Total. No queríamos recurrir a las imágenes amplificadas del bordado de Claudia porque, aunque eran las más apropiadas, ya las habíamos utilizado hacía un año justamente ahí, en El Lunario. Queríamos también darle una imagen distintiva a estos conciertos, en los que presentaríamos juntas las vertientes eléctrica y acústica de La Barranca. Sabíamos además que, de cualquier manera, se necesitaba algo para vestir el escenario, que de otra forma quedaría muy austero. Me imaginaba, vagamente, una especie de paisaje al alto contraste, que sirviese como fondo para lo que íbamos a hacer en el escenario. Este paisaje naturalmente luciría más en la parte acústica, cuando íbamos a estar sentados. Revisé algunos libros de imágenes pero no encontré, de entrada, nada que me convenciera. Alejandro me llamó entonces para sugerir a Joel Rendón, incluso, me dijo, podríamos plantearle que hiciera algo en vivo, tipo action painting, ta