La parte del muro derrumbado por la bala de cañón, por donde ingresaron las tropas republicanas, no se restauró en su forma original. Quedó como un recordatorio de aquella gesta heroica y memorable: cuando un gobierno extranjero trate de invadirnos, hallará en México la oposición suficiente para erradicarlo y desterrarlo.
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El pasado 28 de septiembre 2020, se dio otra manifestación feminista en el marco del "Día internacional de acción global por el acceso al aborto legal y seguro". A lo largo y ancho del país, colectivas de mujeres salieron a las calles para apoyar esta propuesta.
En la capital de Querétaro, también hubo manifestaciones de este tipo. Sin embargo, la nota en los medios de comunicación no fueron ni sus peticiones ni sus denuncias ("ni una asesinada más", "ni un feminicidio más en éste país"). Lo relevante fueron las pintas realizadas tanto en el Congreso del Estado como en los Arcos de Querétaro, el icónico monumento que da seña inequivoca a la ciudad. Cientos de voces digitales desaprueban la medida, clamando que si ya de suyo la propuesta de legalizar el aborto es polémica- al menos en un estado como Querétaro-, mucho menos "son las formas" de manifestarse.
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Los símbolos son antiquísimos. Elementos de comunicación sin palabras: una cruz, la svástica, la M de McDonalds. Las pintas a las piedras monumentales son uno de los símbolos emergentes más poderosos de nuestros tiempos. Cuentan una realidad espantosa y que por ello no queremos advertir: ni un feminicidio más, ni una asesinada más; derechos a las mujeres, el 52% de la población mexicana, las grandes protagonistas del lustro que termina. ¿Por qué sí se mantiene intacto el muro del cañonazo y no así las pintas al Acueducto? ¿Qué queremos comunicar?
(Addendum: no desconozco lo escrito por Andrés Garrido del Toral, donde afirma que el muro del cañonazo es un mito, un cuento queretano. Aquí el texto: El Querétaro del muro)
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