La ley es un contrato social, donde Pueblo y Gobierno, se comprometen a cumplirla para garantizar la buena marcha de la Nación. Sin embargo, la ley es el mapa, nunca el territorio, y por ello ha de ser interpretada.
Ignoro si la situación se repite en otros países; en México, quien tiene capacidad de hacerlo, cumple la ley o deja de hacerlo, según su conveniencia e interés personalísimo.
Esto me viene a la mente luego del más reciente de los escándalos de los partidos políticos. Por ley deben postular al menos 40% de mujeres. Tanto el PAN como el PRI, violaron dicha legislación con las listas que presentaron, hasta que el IFE los hizo recular. Sin embargo, ya suenan los nombres de algunos ciudadanos quienes, despojados de la posibilidad de vivir del erario los próximos tres años, acudirán al Tribunal Electoral (TRIFE) a promover un amparo ante la violación de su garantía constitucional de poder ser votado. Por muchos lados, se escuchan voces en contra de las reformas constitucionales del 2008 que prohibieron la guerra sucia y la compra de tiempo electrónico por los particulares. Ley mordaza, violación a la libertad de expresión, nos dicen. En Nuevo León, a una alcaldesa se le niega la licencia con base en la Constitución que dice que un cargo de elección popular es irrenunciable; sin embargo, promueve un amparo y al final, lo gana: se va al Senado porque así lo piden sus conciudadanos.
Me viene a la mente, un momento en la historia de las matemáticas del siglo XX, la resolución del problema de la incompletitud,por Kurt Gödel. En un lenguaje hipercomplejo y matemático, Gödel afirmó que en todo sistema o conjunto de reglas, siempre habrá situaciones que escapan del control de tales reglas, violaciones que conocemos como paradojas. (En San Pablo de los Pericos, los habitantes tienen que comprar el pan a Juan, panadero con patente; nadie puede consumir pan hecho por su cuenta, so pena de cárcel. ¿Qué hace Juan cuando apetece una baguette? No puede consumir el pan hecho por sí mismo, ya que nadie puede hacerlo. ¿A quién se lo compra?)
Es lo que sucede en nuestro sistema legal: siempre habrá una rendija, un resquicio donde hay modo de rebatir una ley, un reglamento. Como seres humanos, intelectuales y racionales, tendría que susbistir la ética, el deber ciudadano. Nada de eso ocurre en México. Invadido por profesionales de la política, defienden sus puestos como perros (Cfr. José López Portillo). Poco se puede esperar de políticos así, quienes citando a Les Luthiers son insobornables custodios de lo propio, inflexibles amigos de lo ajeno.
Ignoro si la situación se repite en otros países; en México, quien tiene capacidad de hacerlo, cumple la ley o deja de hacerlo, según su conveniencia e interés personalísimo.
Esto me viene a la mente luego del más reciente de los escándalos de los partidos políticos. Por ley deben postular al menos 40% de mujeres. Tanto el PAN como el PRI, violaron dicha legislación con las listas que presentaron, hasta que el IFE los hizo recular. Sin embargo, ya suenan los nombres de algunos ciudadanos quienes, despojados de la posibilidad de vivir del erario los próximos tres años, acudirán al Tribunal Electoral (TRIFE) a promover un amparo ante la violación de su garantía constitucional de poder ser votado. Por muchos lados, se escuchan voces en contra de las reformas constitucionales del 2008 que prohibieron la guerra sucia y la compra de tiempo electrónico por los particulares. Ley mordaza, violación a la libertad de expresión, nos dicen. En Nuevo León, a una alcaldesa se le niega la licencia con base en la Constitución que dice que un cargo de elección popular es irrenunciable; sin embargo, promueve un amparo y al final, lo gana: se va al Senado porque así lo piden sus conciudadanos.
Me viene a la mente, un momento en la historia de las matemáticas del siglo XX, la resolución del problema de la incompletitud,por Kurt Gödel. En un lenguaje hipercomplejo y matemático, Gödel afirmó que en todo sistema o conjunto de reglas, siempre habrá situaciones que escapan del control de tales reglas, violaciones que conocemos como paradojas. (En San Pablo de los Pericos, los habitantes tienen que comprar el pan a Juan, panadero con patente; nadie puede consumir pan hecho por su cuenta, so pena de cárcel. ¿Qué hace Juan cuando apetece una baguette? No puede consumir el pan hecho por sí mismo, ya que nadie puede hacerlo. ¿A quién se lo compra?)
Es lo que sucede en nuestro sistema legal: siempre habrá una rendija, un resquicio donde hay modo de rebatir una ley, un reglamento. Como seres humanos, intelectuales y racionales, tendría que susbistir la ética, el deber ciudadano. Nada de eso ocurre en México. Invadido por profesionales de la política, defienden sus puestos como perros (Cfr. José López Portillo). Poco se puede esperar de políticos así, quienes citando a Les Luthiers son insobornables custodios de lo propio, inflexibles amigos de lo ajeno.
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