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Ya no pago tenencia

Estos individuos ultraneoliberales ... talibanes económicos. Mentiras disfrazadas de verdades.

Ya no pago tenencia
Carlos Elizondo Mayer-Serra
6 Ene. 11
REFORMA. 
"Ya no pago tenencia", es la frase de campaña de Manuel Añorve, candidato del PRI y del PVEM a la gubernatura del estado de Guerrero. Más allá de que parece indicar que él, por sus pistolas, ya no paga tenencia, esta promesa de campaña es una muestra más de la lógica de nuestros procesos electorales. El candidato promete meras generalidades o recortes de impuestos y mayor gasto público. Nunca da detalles de cómo va a lograr compensar fiscalmente sus generosas ofertas.

Las finanzas públicas estatales están en serios problemas por la creciente deuda y la dependencia en los ingresos federales. La tenencia es un impuesto federal, pero el ingreso se va íntegro a las entidades. A partir del 2012 será optativo para cada localidad tenerlo. La promesa de quitar la tenencia es popular, la inició Felipe Calderón en su campaña presidencial, pero es un impuesto progresivo, pagan más los que más tienen. Es de los pocos impuestos que cobran las entidades.

Si es rentable prometer es porque a la ciudadanía no se le suelen presentar los costos de cada propuesta. Es muy difícil para el otro candidato ponerlos en el debate y nuestros medios de comunicación no ayudan.

Un caso típico de esta simplificación es cómo se presentan en los medios de comunicación los aumentos en los precios de la gasolina y el diesel. Todos los medios impresos de la segunda semana de diciembre, cuando se dio el último aumento del 2010, dieron cuenta del problema que representaba el incremento para el ciudadano. Cualquier lector se quedó con la incómoda sensación, cada vez que carga de gasolina su auto, que tiene un gobierno que lo roba, como lo volverá a sentir este sábado, cuando vuelva a aumentar la gasolina.

La conclusión es la correcta, pero a partir de información incompleta. Un español cuando carga gasolina pagará un aumento aún mayor. Probablemente no culpe al gobierno. No es por masoquista. Si leyó El País sabrá que el aumento es, al igual que en otros países, producto del incremento en los precios mundiales del petróleo y sus derivados, algo ausente en nuestras notas. Podrá estar en contra de la globalización que encarece la gasolina, pero no del gobierno. Si desea un precio menor de la gasolina, tendrá claro que esto implica bajar los impuestos a la gasolina lo cual obligaría a recortar el gasto público.

El mexicano enojado con el gobierno que le sube la gasolina desconoce que lo están subsidiando. El incremento en los precios mundiales de crudo, y por tanto de gasolina, ha implicado al cierre de noviembre del 2010 un subsidio de 72 mil millones de pesos, el equivalente a la recaudación de alrededor de 2 puntos de IVA. En otras palabras, sin ese subsidio, la tasa de IVA podría ser de 14 por ciento.

Dado el incremento en los mercados mundiales de crudo, mantener los precios nacionales fijos es absurdo, obliga a aumentos de golpe, como los de Evo Morales de hace unas semanas, de entre el 57 y el 83 por ciento. Luego se tuvo que retractar.

Tenemos ciudadanos menores de edad. No saben el costo de sus juguetes. La culpa es en parte de los políticos que hacen campaña con base en promesas generosas con el dinero público y de un gobierno que no explica bien sus acciones. Sin embargo, el problema mayor es del interlocutor entre gobierno y ciudadano, los medios de comunicación.

Hay debates complicados, como hasta dónde mostrar cadáveres de ejecutados. A mí me parece incorrecto que un menor de edad vea mutilados si sus papás no esconden el periódico, aunque muchos dicen que importa más la irrestricta libertad de prensa. No creo sea debatible que nuestras noticias suelen ser incompletas, cuando no son de plano sesgadas.

Es fácil desde los medios de comunicación criticar a nuestros políticos por no estar a la altura de las circunstancias. Tienen razón, en general no lo están. Pero en la mayoría de los casos tampoco lo están los propios medios.

Muchos ciudadanos ya ni compran ni leen periódicos y evitan los noticieros en los medios electrónicos. Pero si lo hacen, van construyendo una explicación del mundo que no les ayuda a tener una posición realista sobre qué demandar y qué esperar de los candidatos a un puesto de elección popular y del propio gobierno.

El costo de un debate amputado es una democracia donde la realidad no importa. Lo valioso es la promesa, el spot, la foto, la frivolidad. No importa el hecho de que toda decisión gubernamental implica un costo. El reto en una democracia es que el ciudadano decida cuál costo vale la pena pagar.

elizondoms@yahoo.com.mx
 

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