Serpientes y Escaleras
Salvador García Soto
16 de febrero de 2008
Entre quienes expresan dudas y temores sobre la iniciativa para abrir Pemex al capital privado, hay de todo. Desde la lideresa nacional hasta ex gobernadores, diputados, senadores y ex dirigentes del viejo partido
Al PRI le puede salir muy caro el apoyo que una de sus facciones ha comprometido a la iniciativa de reforma energética anunciada esta semana por el gobierno de Felipe Calderón. Abrir áreas de Pemex al capital privado, hoy reservadas al Estado, además de violar la declaración de principios del partido que inventó el “nacionalismo revolucionario”, es algo que toca las fibras más sensibles de la ideología priísta y que, de aprobarla, provocaría una sacudida de pronóstico reservado en el viejo partido.
El que un grupo de priístas en el Senado, comandado por Manlio Fabio Beltrones y por Francisco Labastida, esté negociando con Calderón y estén convencidos de que, además de ayudar a modernizar a la empresa petrolera, pueden obtener beneficios políticos de esa negociación, no significa que el antiguo partido gobernante esté cohesionado en torno a esa posición. Por el contrario, hay una profunda división entre los grupos priístas en torno a si deben o no ir con el PAN y el gobierno en una iniciativa que los puede fracturar.
Tan claro lo tienen algunos en el PRI que un priísta de carrera, ex gobernador de un estado y actual senador, afirma con seguridad que la definición que tome su partido sobre la reforma legal en Pemex puede provocar un cisma como el que provocó en el PSOE de España Felipe González en 1979. El entonces secretario general del partido socialista español propuso en el 28 congreso de esa fuerza política, en mayo de aquel año, eliminar al marxismo de la declaración de principios del PSOE, y convertirlo en un partido moderno e interclasista, similar a la socialdemocracia europea.
La revolución y la división interna que provocó Felipe González con su propuesta fue tal, que el PSOE se fracturó. La mayoría de los delegados a aquel congreso rechazó la propuesta del secretario general, aduciendo que iba contra su esencia. Tras la derrota, González decidió presentar su renuncia al cargo el 17 de mayo de aquel 79. Pasaron cuatro meses y en septiembre, en un congreso extraordinario, González volvió a ser elegido secretario general con 85% de los votos y su victoria, se cerró con la eliminación del marxismo del programa político del PSOE.
A ese grado creen algunos priístas que impactaría el tema de Pemex en su partido. Y no lo creen sólo por intuición, sino porque ya en los hechos, aunque todavía de manera soterrada, se están formando frentes internos en el PRI en contra de un apoyo a la iniciativa de reformas que la secretaria de Energía, Georgina Kessel, anunció esta semana.
El temor de Beatriz
Entre los grupos y personajes en el PRI que expresan dudas y temores sobre la iniciativa para abrir Pemex al capital privado, hay de todo. Desde la dirigente nacional, Beatriz Paredes Rangel, que no cree que sea el momento para agitar al partido y teme que haya fracturas, hasta ex gobernadores, diputados, senadores y ex dirigentes del viejo partido.
En el caso de Paredes, la dirigente nacional priísta se encuentra en un dilema. Por un lado está su alianza y cercanía con el senador Manlio Fabio Beltrones, y por el otro, su temor del costo que tenga tocar una fibra sensible de la idiosincrasia priísta. El argumento de Beatriz también tiene algo de pragmático; en reuniones con los senadores que negocian con el gobierno de Calderón, la dirigente ha expresado que no es momento para provocar divisiones internas.
“Yo tengo un partido que está más o menos estable, que va ganando elecciones en los estados y que sigue demostrando efectividad, y ustedes me lo quieren sacudir”, ha dicho la lideresa priísta a los promotores del acuerdo con el PAN y el gobierno. Y aunque Beatriz fue parte de la selecta comitiva priísta que a mediados de septiembre del año pasado acudió a Los Pinos a escuchar del presidente Calderón su propuesta privatizadora (los otros dos fueron Beltrones y Labastida), hoy que el tema avanza, la dirigente del PRI ha expresado resistencia ante el riesgo de fractura en su partido.
Pero lo más costoso para los priístas no serían las dudas de Beatriz, que puede terminar alineándose con Beltrones. La preocupación central está en una eventual fractura en las bancadas tricolores en el Congreso. Tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados hay legisladores que amenazan con votar en contra de la propuesta calderonista y que ya han advertido a sus coordinadores que el asunto podría llevar no sólo al voto diferenciado, sino a posibles rupturas y desprendimientos en los grupos parlamentarios.
Diputados como José Murat, entre otros, encabezan esos grupos de legisladores que se mueven abiertamente en contra de una negociación con el gobierno. Hay también varios ex gobernadores y ex líderes del PRI, además de grupos de ex congresistas, como el foro nacional de ex legisladores, en el que figuras como Manuel Bartlett advierten que no permitirán la violación de los documentos básicos priístas, y tienen diseñadas estrategias para promover una asamblea nacional y procedimientos internos contra los promotores de la negociación con el gobierno.
Así que pensar que es un hecho que el PRI dará su voto a favor de la propuesta calderonista para abrir Pemex al capital privado, es algo que no puede afirmarse categóricamente. Al menos no refiriéndose a todo el priísmo.
Si el cálculo del Presidente y de la Secretaría de Energía es que sólo necesitan de un número determinado de votos priístas para aprobar una reforma que no toque la Constitución, aún habría que ver si los que hoy les han ofrecido esos votos y negocian con ellos no terminan echándose para atrás ante la sacudida interna que se genera en el partido que nacionalizó el petróleo. El mismo que en sus documentos básicos tiene incluido, casi textual, el párrafo de la Constitución y de las leyes secundarias del artículo 27 que establecen que: “Corresponde a la nación el domino directo, inalienable e imprescriptible de todos los carburos de hidrógeno que se encuentren en el territorio nacional, incluida la plataforma continental en mantos o yacimientos, cualquiera que sea su estado físico, incluyendo los estados intermedios y que componen el aceite mineral crudo… Sólo la nación podrá llevar a cabo las distintas explotaciones de los hidrocarburos, que constituyen la industria petrolera”.
¿Podrán ir contra sus principios vigentes los priístas sin pagar las consecuencias?
Las travesuras de María
Que los panistas estén obsesionados con Marcelo Ebrard y con su popularidad, y que ideen una iniciativa legal para despojarlo del Zócalo, que se ha convertido en vitrina de las aspiraciones presidenciales del jefe de Gobierno, se entiende, pero que los priístas se presten a una maniobra política tan burda, llama la atención.
Eso fue lo que hizo la senadora María de los Ángeles Moreno, quien firma el punto de acuerdo que propone sacar al Zócalo capitalino del ámbito del gobierno de la ciudad, para convertirlo en una zona de administración federal como patrimonio histórico de la nación. La propuesta original, que fue frenada en la sesión del martes pasado en el Senado, es del senador panista Federico Döring, pero la priísta Moreno la hizo suya y la firmó.
¿Qué gana María intentando bloquear a Marcelo en sus aspiraciones presidenciales? Que se sepa, la ex dirigente del PRI no tiene nada planeado para 2012, aunque quizás no se trate de ella, sino de una de sus amigas y aliadas más cercanas. Al aliarse con panistas en la intentona por arrebatarle a la ciudad una plaza tan emblemática como fundamental en la vida urbana, pero sobre todo el foro público desde el cual Ebrard catapulta su carrera presidencial, ¿María estará intentando ayudar a su amiga Beatriz? ¿Eso quiere decir que Paredes sí va a intentar dar la pelea a Enrique Peña Nieto y a Manlio Fabio Beltrones? Nomás es pregunta.
NOTAS INDISCRETAS… Parte del conflicto permanente, soterrado y abierto que sigue viviendo Oaxaca son las constantes censuras, intimidaciones y agresiones a periodistas que disienten del gobernador Ulises Ruiz. Ayer, el director del semanario El Correo de Oaxaca, Carlos Velasco Molina, publicó una carta en la que alude el reciente caso de la señora Claudia Martínez, esposa de Gerardo Mota Figueroa, quien dirige el semanario Contrapoder. La señora fue levantada hace 15 días y encapuchada por sujetos de aspecto policiaco que la retuvieron por varias horas mientras le exigían que proporcionara información sobre el trabajo de su esposo. “¿De dónde saca el dinero ese cabrón?, ¿quién lo financia?”, le decían a la esposa del periodista en aquel secuestro. El caso se encuentra contenido en la averiguación previa 145/DH/08, y basándose en esos hechos, Carlos Velasco señala en su carta que “nos vemos en la obligación de responsabilizar a Ulises Ruiz Ortiz, a Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva y a Jorge Franco de cualquier ‘accidente o incidente’ en el que pudieran resultar víctimas mi familia o yo”. Como para documentar el optimismo de los periodistas oaxaqueños, ayer mismo, tras la publicación de esa carta, se hablaba ya de una orden de aprehensión en contra de Velasco Molina, y en una columna local se publicó que “de un momento a otro lo van a detener”, al periodista. ¿Sigue pensando Ulises que puede hacer lo que le plazca en su estado sin que nadie lo toque?... Después de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación le diera la espalda con su fallo a favor del gobernador Mario Marín a la periodista Lydia Cacho, varias organizaciones civiles extranjeras, sobre todo de España, se han acercado para ofrecerle asilo político. No sólo porque a Cacho no habrá instancia que la proteja, ya que los ministros de la Corte prefirieron avalar al cuestionado mandatario poblano, sino porque se sabe que viene una nueva demanda civil de Kamel Nacif en contra de Lydia, por su más reciente libro Memorias de una infamia. El temor es que esa nueva demanda del empresario traiga línea o vuelva a mover sus influencias políticas para perseguir con el aparato de justicia a la periodista. Los temores de Lydia parecen fundados con una Corte que prefiere proteger al poder sobre los ciudadanos… Los dados cerraron con Escalera. Semana redonda.
sgarciasoto@hotmail.com
salvador.garcia@eluniversal.com.mx
Salvador García Soto
16 de febrero de 2008
Entre quienes expresan dudas y temores sobre la iniciativa para abrir Pemex al capital privado, hay de todo. Desde la lideresa nacional hasta ex gobernadores, diputados, senadores y ex dirigentes del viejo partido
Al PRI le puede salir muy caro el apoyo que una de sus facciones ha comprometido a la iniciativa de reforma energética anunciada esta semana por el gobierno de Felipe Calderón. Abrir áreas de Pemex al capital privado, hoy reservadas al Estado, además de violar la declaración de principios del partido que inventó el “nacionalismo revolucionario”, es algo que toca las fibras más sensibles de la ideología priísta y que, de aprobarla, provocaría una sacudida de pronóstico reservado en el viejo partido.
El que un grupo de priístas en el Senado, comandado por Manlio Fabio Beltrones y por Francisco Labastida, esté negociando con Calderón y estén convencidos de que, además de ayudar a modernizar a la empresa petrolera, pueden obtener beneficios políticos de esa negociación, no significa que el antiguo partido gobernante esté cohesionado en torno a esa posición. Por el contrario, hay una profunda división entre los grupos priístas en torno a si deben o no ir con el PAN y el gobierno en una iniciativa que los puede fracturar.
Tan claro lo tienen algunos en el PRI que un priísta de carrera, ex gobernador de un estado y actual senador, afirma con seguridad que la definición que tome su partido sobre la reforma legal en Pemex puede provocar un cisma como el que provocó en el PSOE de España Felipe González en 1979. El entonces secretario general del partido socialista español propuso en el 28 congreso de esa fuerza política, en mayo de aquel año, eliminar al marxismo de la declaración de principios del PSOE, y convertirlo en un partido moderno e interclasista, similar a la socialdemocracia europea.
La revolución y la división interna que provocó Felipe González con su propuesta fue tal, que el PSOE se fracturó. La mayoría de los delegados a aquel congreso rechazó la propuesta del secretario general, aduciendo que iba contra su esencia. Tras la derrota, González decidió presentar su renuncia al cargo el 17 de mayo de aquel 79. Pasaron cuatro meses y en septiembre, en un congreso extraordinario, González volvió a ser elegido secretario general con 85% de los votos y su victoria, se cerró con la eliminación del marxismo del programa político del PSOE.
A ese grado creen algunos priístas que impactaría el tema de Pemex en su partido. Y no lo creen sólo por intuición, sino porque ya en los hechos, aunque todavía de manera soterrada, se están formando frentes internos en el PRI en contra de un apoyo a la iniciativa de reformas que la secretaria de Energía, Georgina Kessel, anunció esta semana.
El temor de Beatriz
Entre los grupos y personajes en el PRI que expresan dudas y temores sobre la iniciativa para abrir Pemex al capital privado, hay de todo. Desde la dirigente nacional, Beatriz Paredes Rangel, que no cree que sea el momento para agitar al partido y teme que haya fracturas, hasta ex gobernadores, diputados, senadores y ex dirigentes del viejo partido.
En el caso de Paredes, la dirigente nacional priísta se encuentra en un dilema. Por un lado está su alianza y cercanía con el senador Manlio Fabio Beltrones, y por el otro, su temor del costo que tenga tocar una fibra sensible de la idiosincrasia priísta. El argumento de Beatriz también tiene algo de pragmático; en reuniones con los senadores que negocian con el gobierno de Calderón, la dirigente ha expresado que no es momento para provocar divisiones internas.
“Yo tengo un partido que está más o menos estable, que va ganando elecciones en los estados y que sigue demostrando efectividad, y ustedes me lo quieren sacudir”, ha dicho la lideresa priísta a los promotores del acuerdo con el PAN y el gobierno. Y aunque Beatriz fue parte de la selecta comitiva priísta que a mediados de septiembre del año pasado acudió a Los Pinos a escuchar del presidente Calderón su propuesta privatizadora (los otros dos fueron Beltrones y Labastida), hoy que el tema avanza, la dirigente del PRI ha expresado resistencia ante el riesgo de fractura en su partido.
Pero lo más costoso para los priístas no serían las dudas de Beatriz, que puede terminar alineándose con Beltrones. La preocupación central está en una eventual fractura en las bancadas tricolores en el Congreso. Tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados hay legisladores que amenazan con votar en contra de la propuesta calderonista y que ya han advertido a sus coordinadores que el asunto podría llevar no sólo al voto diferenciado, sino a posibles rupturas y desprendimientos en los grupos parlamentarios.
Diputados como José Murat, entre otros, encabezan esos grupos de legisladores que se mueven abiertamente en contra de una negociación con el gobierno. Hay también varios ex gobernadores y ex líderes del PRI, además de grupos de ex congresistas, como el foro nacional de ex legisladores, en el que figuras como Manuel Bartlett advierten que no permitirán la violación de los documentos básicos priístas, y tienen diseñadas estrategias para promover una asamblea nacional y procedimientos internos contra los promotores de la negociación con el gobierno.
Así que pensar que es un hecho que el PRI dará su voto a favor de la propuesta calderonista para abrir Pemex al capital privado, es algo que no puede afirmarse categóricamente. Al menos no refiriéndose a todo el priísmo.
Si el cálculo del Presidente y de la Secretaría de Energía es que sólo necesitan de un número determinado de votos priístas para aprobar una reforma que no toque la Constitución, aún habría que ver si los que hoy les han ofrecido esos votos y negocian con ellos no terminan echándose para atrás ante la sacudida interna que se genera en el partido que nacionalizó el petróleo. El mismo que en sus documentos básicos tiene incluido, casi textual, el párrafo de la Constitución y de las leyes secundarias del artículo 27 que establecen que: “Corresponde a la nación el domino directo, inalienable e imprescriptible de todos los carburos de hidrógeno que se encuentren en el territorio nacional, incluida la plataforma continental en mantos o yacimientos, cualquiera que sea su estado físico, incluyendo los estados intermedios y que componen el aceite mineral crudo… Sólo la nación podrá llevar a cabo las distintas explotaciones de los hidrocarburos, que constituyen la industria petrolera”.
¿Podrán ir contra sus principios vigentes los priístas sin pagar las consecuencias?
Las travesuras de María
Que los panistas estén obsesionados con Marcelo Ebrard y con su popularidad, y que ideen una iniciativa legal para despojarlo del Zócalo, que se ha convertido en vitrina de las aspiraciones presidenciales del jefe de Gobierno, se entiende, pero que los priístas se presten a una maniobra política tan burda, llama la atención.
Eso fue lo que hizo la senadora María de los Ángeles Moreno, quien firma el punto de acuerdo que propone sacar al Zócalo capitalino del ámbito del gobierno de la ciudad, para convertirlo en una zona de administración federal como patrimonio histórico de la nación. La propuesta original, que fue frenada en la sesión del martes pasado en el Senado, es del senador panista Federico Döring, pero la priísta Moreno la hizo suya y la firmó.
¿Qué gana María intentando bloquear a Marcelo en sus aspiraciones presidenciales? Que se sepa, la ex dirigente del PRI no tiene nada planeado para 2012, aunque quizás no se trate de ella, sino de una de sus amigas y aliadas más cercanas. Al aliarse con panistas en la intentona por arrebatarle a la ciudad una plaza tan emblemática como fundamental en la vida urbana, pero sobre todo el foro público desde el cual Ebrard catapulta su carrera presidencial, ¿María estará intentando ayudar a su amiga Beatriz? ¿Eso quiere decir que Paredes sí va a intentar dar la pelea a Enrique Peña Nieto y a Manlio Fabio Beltrones? Nomás es pregunta.
NOTAS INDISCRETAS… Parte del conflicto permanente, soterrado y abierto que sigue viviendo Oaxaca son las constantes censuras, intimidaciones y agresiones a periodistas que disienten del gobernador Ulises Ruiz. Ayer, el director del semanario El Correo de Oaxaca, Carlos Velasco Molina, publicó una carta en la que alude el reciente caso de la señora Claudia Martínez, esposa de Gerardo Mota Figueroa, quien dirige el semanario Contrapoder. La señora fue levantada hace 15 días y encapuchada por sujetos de aspecto policiaco que la retuvieron por varias horas mientras le exigían que proporcionara información sobre el trabajo de su esposo. “¿De dónde saca el dinero ese cabrón?, ¿quién lo financia?”, le decían a la esposa del periodista en aquel secuestro. El caso se encuentra contenido en la averiguación previa 145/DH/08, y basándose en esos hechos, Carlos Velasco señala en su carta que “nos vemos en la obligación de responsabilizar a Ulises Ruiz Ortiz, a Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva y a Jorge Franco de cualquier ‘accidente o incidente’ en el que pudieran resultar víctimas mi familia o yo”. Como para documentar el optimismo de los periodistas oaxaqueños, ayer mismo, tras la publicación de esa carta, se hablaba ya de una orden de aprehensión en contra de Velasco Molina, y en una columna local se publicó que “de un momento a otro lo van a detener”, al periodista. ¿Sigue pensando Ulises que puede hacer lo que le plazca en su estado sin que nadie lo toque?... Después de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación le diera la espalda con su fallo a favor del gobernador Mario Marín a la periodista Lydia Cacho, varias organizaciones civiles extranjeras, sobre todo de España, se han acercado para ofrecerle asilo político. No sólo porque a Cacho no habrá instancia que la proteja, ya que los ministros de la Corte prefirieron avalar al cuestionado mandatario poblano, sino porque se sabe que viene una nueva demanda civil de Kamel Nacif en contra de Lydia, por su más reciente libro Memorias de una infamia. El temor es que esa nueva demanda del empresario traiga línea o vuelva a mover sus influencias políticas para perseguir con el aparato de justicia a la periodista. Los temores de Lydia parecen fundados con una Corte que prefiere proteger al poder sobre los ciudadanos… Los dados cerraron con Escalera. Semana redonda.
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